jueves, 11 de abril de 2013


EL INTERIORISMO

            El interiorismo no hubiera tenido tanta evolución, ni hubiera alcanzado el lugar que ocupa en la actualidad, de no haber sido por la Bauhaus. La Bauhaus es una reconocida escuela de diseño fundada en 1919 en Weimar, Alemania, por un grupo de arquitectos y diseñadores que sostenían el siguiente principio: “la forma sigue a la función”. Uno de los integrantes sobresalientes fue Walter Gropius, quien tenía la creencia que se debía batallar contra la deshumanización que los adelantos tecnológicos y científicos estaban transmitiendo peligrosamente en esa época, al comienzo de la etapa de entre guerras  El funcionalismo alemán formalizo un cambio en el diseño, dejando de lado el estilo ornamental de otras épocas, para proporcionar respuestas novedosas en materias de formas, líneas y texturas, buscando al mismo tiempo apoyo en la psicología y el arte abstracto.
Este nuevo estilo recaló en una nueva tendencia estética, cuestionada por muchos especialistas, debido a su falta de calidez humana, atribuida a sus formatos en caja, superficies cristalinas, sus escasas muestras de color u ornamentos, como así también por el curioso uso de estructuras metálicas y madera terciada. No obstante, se obtuvieron respuestas positivas de parte de arquitectos y diseñadores jóvenes pertenecientes a clases sociales altas de Estados Unidos. Esto sucedió cuando varios funciona listas alemanes debieron exiliarse allí, ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Al finalizar dicha contienda, los diseñadores norteamericanos empezaron a colaborar estrechamente con la industria. El diseño se transformó en un componente de la vida cotidiana, cuando fueron realizados modelos que debían ser producidos en serie para decorar las casas.
Durante el transcurso de la misma etapa en Europa, el diseño de interiores se desenvolvió específicamente en Italia y en Escandinavia. El objetivo principal era hacer accesible el diseño interior para todo público. Asimismo, en Italia se indagaba simultáneamente en la posibilidad de crear un nuevo material, el plástico. La amplia adaptación de este material y el progreso en nuevos tipos de espumas, estimularon la creatividad en la década del 60. Esa década coincidió con el auge del pop art, cuyo rasgo principal fue jugar con las formas y los colores fuertes.
Por otro lado, los países escandinavos, entre los cuales predominó Suecia, reconocieron los principios del funcionalismo, destacando la preferencia por amueblamientos sencillos, la aplicación de madera aglomerada, colores claros y contornos despojados. Adquirieron la comodidad y la economía como las premisas principales para el diseño, y convirtieron las divisiones tradicionales en cuartos. En consecuencia, los nuevos interiores llevaron a que la decoración iniciara una correspondencia estrecha con la función. Se rechazó el criterio tradicional de asignar a cada cuarto un propósito especifico y se lo sustituyó por la idea de que cada área habitable, se destinase a más de un propósito. Al mismo tiempo, la categoría  otorgada en otras épocas a la ornamentación decayó, pues los principales recursos del interiorismo optaron por prestar atención a las transformaciones de materiales, texturas y colores.
Las demandas de espacio hicieron indispensable la disminución al mínimo del mobiliario y su sustitución por unidades empotradas. Incluso, el diseño de amueblamientos suprimió las líneas rectas y los ángulos por un mayor uso de las formas modeladas y curvadas. La vivienda tipo se volvió más pequeña y más eficaz en el manejo de los espacios cerrados.
Asimismo, se logró compensar la ambición de ganar mayores espacios para la vida al aire libre, con una predisposición a sustituir, con una superficie vidriada, alguna de las paredes interiores de las alas o los dormitorios; de este modo, se mejoró la iluminación y virtualmente se expandieron las dimensiones del interior. Con el deseo de transportar el exterior al interior, el ocupante acentuó sus deseos de libertad. Durante los años ‘70, el diseño se radicalizó y abrió una confrontación con el modernismo. El carácter funcional fue desplazado por el carácter divertido y lúdico de las formas.
En la década del ‘80, surgieron nuevos horizontes, a raíz de la exploración de áreas que nunca antes habían sido investigadas, como resultado de todo lo cual se declaró una variedad de estilos que tenían en común el individualismo y la aceptación del pluralismo.
El final de siglo se distinguió por una búsqueda de formas y materiales simples, pero innovadores.


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